Saludo de bienvenida

La revista noteolvides es una revista crítica, laica y contraria a toda forma de discriminación. Fundamentalistas abstenerse.

Las viejas queridas

  noteolvides nº 3 julio 2010



Felices 90
Luisa
Cuesta

El 26 de mayo Luisa Cuesta
cumplió noventa años, rodeada de familia, de amigos y de sus compañeras del grupo de Familiares. Treinta y cuatro de estos
años están marcados por la
búsqueda de su hijo, Nebio Melo Cuesta, desaparecido en Buenos Aires en 1976. Su nieta Soledad tenía entonces cinco años y hoy Luisa ya está esperando su segundo bisnieto.
Luisa nació en Montevideo, pero todos la creemos mercedaria porque allí creció, trabajó, se casó, crió a su único hijo. Su casa siempre estaba llena de jóvenes y ella dice que era Nebio el que los traía. Pero aún sin Nebio, todos iban a comer con “la Doña”, aclarándole que el petiso les pedía que la acompañaran.
En algún momento, dejó de ser “la madre de Nebio” para ser simplemente
Luisa.
Por años, mi hijo menor creyó que Luisa era su abuela. “¡¿Cómo
que no es?!”, repetía incrédulo. Es que esa sensación de proximidad
que da Luisa trasciende su círculo de amigos y compañeros. Tal vez
lo explique su genio exaltado, sus ojos vivaces; o el hecho de reconocer
en su voz siempre firme nuestro propio pensamiento, cuando la escuchamos
decir “A los militares no les he creído nunca. Han mentido siempre”.
No es fácil llevarse bien con ella.
Es terca, pero terca de verdad… y a la vez tan leal, tan inclaudicable sin
sombra de duda. La desvela encontrar la verdad, algún rastro de su
hijo; no entiende mucho que pueda haber justicia con ese silencio.
Mucha gente en la calle la reconoce, le pide permiso para darle un beso, 
le pide que “siga así”.
Una manera de agradecerle su fuerza y su entrega. Siempre se
sorprende; ella no sabría ser de otra manera: no eligió ser “familiar
de desaparecido”, eso llegó.
No le gustan las deferencias pero es imposible evitarlas: son
parte de un reconocimiento a todas esas viejas. A estas queridas
e infatigables madres que amasaron tanta dignidad en los años oscuros
y que la siguen sosteniendo hoy. Ellas trazaron un camino
recorriéndolo juntas, sobreponiéndose al miedo, rompiendo
silencios y alzando su voz contra tergiversaciones y mentiras; un
camino que los jóvenes han comprendido que los incluye, porque
abre ventanas a su propia vida.
Ese camino es el de la lucha contra la impunidad –impunidad ética,
cultural y política– de los responsables de la dictadura y de
todos los que vulneraron los derechos de las personas.-
Luisa, con sus 90 años tiene una fuerza que nos interpela. “Mientras
pueda, seguiré”, dijo en un reciente reportaje. ¡Y claro que puede!
En un diálogo en el que es difícil identificar las voces entrelazadas,
se lee en A todos Ellos: “Eso es lo que todavía pesa en mi conciencia:
pensar que yo no hice lo suficiente, que no hice todas las cosas que
tenía que hacer por ellos y eso me duele…”. Y siguen haciendo.
Por ellos. Por todos. 

Elena Zaffaroni

No hay comentarios:

Publicar un comentario